No es una broma
personal que la vida sea fácil, pero Josette Landry ha tenido una paz inestable
con la bestia. La vida continuará lanzando todo lo malo que tiene para ella, y
ella seguirá sin poner su cabeza en un horno. Pero eso está bien. Lo que no mata
a su voluntad sólo requiere unas pocas horas de locura mental. Completamente
sin suerte, Josette toma un trabajo con un grupo local paranormal tratando de
conseguir su propio programa por cable como fotógrafa y operadora de cámara.
Sí, están aún más locos que ella. La única cosa paranormal en la que cree es en
el milagro que la mantiene oxidada para irse corriendo. Pero cuando el grupo
libera accidentalmente algo realmente malo en el mundo, se ven obligados a
recurrir a refuerzos.
Desde el momento en
que Josette conoce a Cadegan, sabe que algo de él no esta del todo bien. Y no
es sólo porque ella no pueda ni siquiera comenzar a pronunciar su apellido:
Maboddimun. Misteriosa y armado con un sarcasmo letal, parece mucho más viejo
que lo que su edad aparenta...
Hace siglos, Cadegan
vendió su alma por la venganza contra el traidor que lo maldijo. Forzado contra
su voluntad de hacer el bien, odia todo en la vida. Todo lo que quiere es una
salida. Sin embargo, para los condenados sólo hay sufrimiento eterno. Y sin
embargo hay algo en Josette que lo intriga tanto como lo irrita y lo frustra.
Algo con lo que parece que no puede luchar, y la última vez que se sintió así
por una mujer, le costó su alma.
Él sabe que tiene que
mantenerse alejado de ella, pero el mal que sus amigos desataron, está empeñado
en consumir su alma. Algo que no se puede permitir. Si toma una más inocente,
será devuelto a una prisión inimaginable que hace que el aspecto actual del
Infierno se vea como el Paraíso. Pero ¿cómo puede mantenerla a salvo cuando el
estar con ella es la amenaza más grande de todas?
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